ABSOLUTISMO
El siglo XVII fue, por excelencia, el de las grandes monarquías. Durante ese tiempo, los monarcas(reyes) europeos afianzaron su poder en dos sentidos: hacia el exterior del reino, disputando su lugar entre las distintas naciones europeas, y hacía el interior, imponiendo su autoridad sobre los grandes nobles y otras instancias de poder autónomo, como las ciudades, las provincias o las regiones. En ambos casos, como verás, la guerra fue una de las causas centrales de este proceso,
La concepción absolutista del Estado
Este proceso de crecimiento de la autoridad del Estado identificado con la figura del rey se vio acompañado por una nueva concepción de la monarquía a la que se denominó absolutismo. Esta teoría se basa en dos principios fundamentales, uno era la idea de que la soberanía (es decir, la capacidad de tomar decisiones de gobierno) era una e indivisible; y otro, la creencia de que esa soberanía tenía su encarnación en la persona del rey. De este modo, la figura del rey concentraba la soberanía plena y se terminaba con las concepciones medievales que atribuían a los nobles y a otros cuerpos colegiados (asambleas, concilios, ciudades, provincias, regiones, etc.) partes o fragmentos de ella.
El pensamiento religioso aportó argumentos para defender las ideas centrales del absolutismo, ya que sostenía que la autoridad para gobernar pertenecía a Dios y que este la concedía al rey sin mediaciones. Según esta doctrina, la autoridad del rey solo estaba limitada por las leyes de Dios y por aquellas que la propia divinidad había dado al reino. Estas últimas solían denominarse “leyes fundamentales del reino” o, a veces, “costumbres”, y eran normas que ni siquiera el rey podía violar. Por el contrario, el rey no estaba obligado a cumplir otras leyes que no fueran fundamentales, en tanto esas leyes eran, en teoría, su propia creación.
Si bien suele confundirse con la categorías de “tirano”, el rey absolutista no estaba autorizado a ejercer la arbitrariedad, puesto que debía atender a la opinión de los consejos reales, parlamentos, audiencias y otras instituciones similares.
El Antiguo Régimen: la sociedad durante el absolutismo
Durante el absolutismo, la sociedad estaba dividida en grupos llamados estamentos. A esa forma de organizacion se la conoce como Antiguo Regimen. Cada estamento, o grupo social, tenía derechos y obligaciones distintos, lo que generaba jerarquías muy marcadas entre las personas.
El clero, encargado de la religión, disfrutaba de privilegios como no pagar impuestos. La nobleza, formada por familias con títulos —es decir, reconocimientos oficiales como duques, condes o barones que indicaban su rango y posición en la sociedad— y por tierras heredadas, también tenía privilegios y estaba exenta de muchas cargas fiscales. En algunos casos, los nobles eran herederos de los antiguos señores feudales, quienes habían gobernado territorios y poblaciones desde la Edad Media.
El pueblo llano formaba la mayoría de la población e incluía campesinos, artesanos y comerciantes, quienes debían trabajar mucho y pagar impuestos, con pocas oportunidades de mejorar su situación. Dentro de este grupo comenzó a surgir la burguesía, compuesta por comerciantes, banqueros y profesionales que, aunque no tenían privilegios, acumulaban riqueza y empezaban a ganar influencia económica y social.
Esta organización social generaba grandes desigualdades: mientras unos pocos disfrutaban de privilegios y riqueza, la mayoría tenía que cumplir obligaciones pesadas y contaba con pocas libertades.
El lugar del rey en el absolutismo
El rey tenía un lugar central en las monarquías absolutistas como lo refleja la frase atribuida a Luis XIV, “yo soy el Estado”. La frase ha sido interpretada: el Estado le pertenece al rey. Pero en el siglo XVII, tan importante como ese significado era el inverso: el rey le pertenece al Estado. ¿Qué significaba esto? Que en el siglo xv, el único símbolo que identificaba al Estado y a su integridad era el rey. Por lo tanto, el rey no tenía vida privada: su nacimiento, su coronación, su casamiento, la concepción del heredero y su muerte, o actos cotidianos como dormir, despertarse, comer o bañarse, eran todos actos públicos de los cuales participaban miembros de la alta nobleza o de las jerarquías eclesiásticas, según roles perfectamente pautados de antemano.
El rey, además, simbolizaba y encarnaba todas las actividades del reino, desde la guerra hasta los oficios. Era el mejor guerrero, era padre, médico y hasta sacerdote. Como símbolo y encarnación de la sociedad y el Estado, los reyes absolutistas fueron figuras casi intocables. A diferencia de un rey medieval, a partir del siglo xvi, desde el más renombrado noble hasta el último de los plebeyos le debía igual respeto y obediencia al monarca, en tanto todos eran igualmente sus súbditos.
Los ejércitos y el crecimiento de las monarquías
El poderío del rey se sostenía también con su ejército. Este le permitía al monarca imponerse en el escenario internacional y también consolidar su poder sobre los nobles de su propio reino.
Para lograr un ejército equipado se necesitaba dinero y, para conseguirlo, las monarquías pasaron a cobrar regularmente los impuestos que eran inicialmente de carácter excepcional. Este fue el caso de la talla en Francia, que se convirtió en uno de los principales impuestos internos del reino. Al crecer las necesidades impositivas, crecían también las burocracias (conjuntos de funcionarios)destinadas a recaudarlos. Algunos reyes vendieron el derecho a cobrar algunos impuestos a burgueses emprendedores a cambio de un pago único. En el siglo xvi, la estructura de ingresos y gastos de las monarquías era tan compleja que se crearon cargos especiales para administrarla.
Además de dinero, los ejércitos necesitaban soldados. De este modo, para organizar y equipar sus ejércitos, los reyes absolutistas comenzaron a exigirles a sus poblaciones el pago de más tributos y el aporte de hombres jóvenes.
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ESPAÑA
Los Austria/Habsburgo
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FRANCIA
Los Borbones
El absolutismo francés
A lo largo del siglo XVII Francia se fue convirtiendo en la principal potencia militar del continente europeo y en el gran faro del absolutismo. Gozó de una gran ventaja: durante un siglo solo dos reyes, de la dinastía Borbón, gobernaron el reino, Debido a esa situación se evitaron las revanchas aristocráticas que se producían durante la sucesión, en especial si el heredero era aún menor de edad y el reino debía ser gobernado por un regente.
La Fronda y Luis XIV
INGLATERRA
Los Tudor
A fines del siglo XV, en 1485, luego de una guerra civil entre nobles, llegó a la corona inglesa la dinastía Tudor. Esta dinastía coronó a Enrique VII, pero fue su sucesor, Enrique VIII, quien completó el proceso de centralización del poder.
Enrique VIII enfrentó al catolicismo y estableció una iglesia independiente, la anglicana, de la que fue líder. Al morir Enrique sin dejar hijos varones, fue coronada su hija María Tudor. Pero su rápida muerte permitió el ascenso al trono de su media hermana, Isabel l.
La Inglaterra isabelina
Isabel I siguió la política de su padre respecto de la centralización de la autoridad. Debido a que no contaba con una importante burocracia (funcionarios) debió delegar la administración del territorio en manos de la pequeña nobleza y un sector de modernos terratenientes conocidos como la gentry. Este grupo se benefició con las tierras y fue para la monarquía inglesa un fuerte respaldo frente a la alta nobleza. Al permitir que los miembros de la gentry accedieran al Parlamento y el poder local en los distritos donde la alta nobleza poseía tierras, la Corona logró contrarrestar el poder de los nobles.
Su lucha contra el catolicismo la enfrentó a España. Esta política terminó modificando el lugar de Inglaterra en el concierto internacional, ya que, tras la victoria contra la Armada Invencible española, se convirtió en una nueva potencia mundial.
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La derrota del absolutismo
Luego de la muerte de Isabel 1 Tudor, en 1603, sus sucesores Jacobo I y Carlos I, intentaron imponer el absolutismo en Inglaterra. Pero, a diferencia de lo que sucedía en Francia, en Inglaterra la sociedad civil era demasiado poderosa y autónoma del Estado como para que los reyes pudieran implantar su autoridad absoluta. Para hacerlo, debía enfrentar a la gentry, un grupo social que no solo disponía de riquezas que no dependían de la Corona, sino que además gozaba de un notable poder local, ya que ocupaba cargos de jueces de paz y autoridad religiosa.
La guerra civil
En 1640 comenzo una guerra entre la realeza y el parlamento. Esta etapa de la guerra se extendió entre 1641 y 1646 y culminó con la victoria parlamentaria. Pero muy pronto el partido parlamentario fue a su vez desbordado por una multitud de rebeliones populares. La más peligrosa era la de pequeños y medianos campesinos que formaban el corazón del ejército parlamentario. Estos campesinos, genéricamente conocidos como puritanos detestaban a las jerarquías eclesiásticas sin importar que fueran anglicanas o católicas, y consideraban a su jefe, Oliver Cromwell, un enviado de Dios. Dueño de las armas, el ejército, liderado por los puritanos, sometió al Parlamento y declaró traidor a Carlos. En 1649, el rey fue condenado y decapitado. Cromwell impuso una República basada en principios puritanos: a la que dirigió con mano de hierro bajo el título de Lord Protector.
La república inglesa
Cromwell gobernó hasta su muerte, en 1658. Su gobierno se basó en el poder del ejército, al que primero depuró de sus líderes más rebeldes y mantuvo en una rígida disciplina. A su vez, acabó con los disturbios en Escocia e Irlanda.
Luego de pacificar el territorio, se lanzó a la guerra naval contra los holandeses, a los que derrotó. Aunque los enfrentamientos siguieron luego de su muerte, ] Cromwell estableció las bases del inmenso poderío naval que caracterizaría al país hasta comienzos del siglo xx y que le permitiría conquistar un inmenso imperio | ultramarino. Al morir legó el cargo a su hijo, quien rápidamente fue desplazado. Entonces, Carlos Il Estuardo, hijo de Carlos |, ocupó el trono con el apoyo de una alianza entre la gentry y grupos monárquicos.
La Gloriosa Revolución
En 1685 llegó al trono Jacobo Il, quien intentó imponer un un régimen absoluto. La gentry no estaba dispuesta a aceptar este cambio, pero tampoco intentó tomar las armas contra el rey, por miedo a una nueva guerra civil. Entonces, decidieron ofrecerle el trono al gobernante de Holanda, Guillermo de Orange, que estaba casado con la hija de Jacobo . Guillermo se comprometió a respetar el Parlamento y la Declaración de Derechos, que era un nuevo pacto entre el rey y sus súbditos para garantizar los derechos de los ingleses. En 1688, el nuevo rey desembarcó en Inglaterra y Jacobo huyó a Francia. La revolución sin sangre, la Gloriosa Revolución, había triunfado.
El nuevo equilibrio de poder británico se basaba en el reconocimiento de tres autoridades: el rey, los lores y los comunes (integrada por la gentry y la burguesía comercial). A su vez, todos ellos debían gobernar de acuerdo con leyes que protegían a los gobernados de las posibles arbitrariedades(abusos) del poder. El Parlamento se consagró como la principal institución del reino, ya que además de aprobar las leyes elegía al primer ministro y el resto del gabinete.
El fracaso del absolutismo no quiere decir que el Estado británico fuera débil o menos desarrollado que el de Francia. Por el contrario, al resolver sus posibles enfrentamientos internos, el Estado británico se convirtió en un actor dinámico y poderoso. Gozó, además, de un enorme consenso entre la población y fue capaz no solo de gobernar Gran Bretaña (nombre del reino entre 1707 y 1801) sin grandes problemas, sino también de financiar y liderar la conquista de otros territorios, lo cual la convirtió en uno de los imperios más grandes de la historia de Occidente.
EL PARLAMENTO INGLÉS
Lores y comunes
Desde la época de los Tudor, el parlamento inglés adoptó su estructura moderna. Está compuesto por la Cámara de los Lores y la de los Comunes.
La Cámara de los Lores estaba integrada por los principales nobles y miembros de la Iglesia anglicana. En la de los Comunes encontraban representación las poderosas burguesías comerciales y la gentry rural.
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