miércoles, 27 de septiembre de 2023

LAS MONARQUÍAS ABSOLUTAS

 



ABSOLUTISMO




  El siglo XVII fue, por excelencia, el de las grandes monarquías. Durante ese tiempo, los monarcas(reyes) europeos afianzaron su poder en dos sentidos: hacia el exterior del reino, disputando su lugar entre las distintas naciones europeas, y hacía el interior, imponiendo su autoridad sobre los grandes nobles y otras instancias de poder autónomo, como las ciudades, las provincias o las regiones. En ambos casos, como verás, la guerra fue una de las causas centrales de este proceso, 


La concepción absolutista del Estado 


  Este proceso de crecimiento de la autoridad del Estado identificado con la figura del rey se vio acompañado por una nueva concepción de la monarquía a la que se denominó absolutismo. Esta teoría se basa en dos principios fundamentales, uno era la idea de que la soberanía (es decir, la capacidad de tomar decisiones de gobierno) era una e indivisible; y otro, la creencia de que esa soberanía tenía su encarnación en la persona del rey. De este modo, la figura del rey concentraba la soberanía plena y se terminaba con las concepciones medievales que atribuían a los nobles y a otros cuerpos colegiados (asambleas, concilios, ciudades, provincias, regiones, etc.) partes o fragmentos de ella. 


  El pensamiento religioso aportó argumentos para defender las ideas centrales del absolutismo, ya que sostenía que la autoridad para gobernar pertenecía a Dios y que este la concedía al rey sin mediaciones. Según esta doctrina, la autoridad del rey solo estaba limitada por las leyes de Dios y por aquellas que la propia divinidad había dado al reino. Estas últimas solían denominarse “leyes fundamentales del reino” o, a veces, “costumbres”, y eran normas que ni siquiera el rey podía violar. Por el contrario, el rey no estaba obligado a cumplir otras leyes que no fueran fundamentales, en tanto esas leyes eran, en teoría, su propia creación. 


  Si bien suele confundirse con la categorías de “tirano”, el rey absolutista no estaba autorizado a ejercer la arbitrariedad, puesto que debía atender a la opinión de los consejos reales, parlamentos, audiencias y otras instituciones similares.


El Antiguo Régimen: la sociedad durante el absolutismo

Durante el absolutismo, la sociedad estaba dividida en grupos llamados estamentos. A esa forma de organizacion se la conoce como Antiguo Regimen. Cada estamento, o grupo social, tenía derechos y obligaciones distintos, lo que generaba jerarquías muy marcadas entre las personas.

El clero, encargado de la religión, disfrutaba de privilegios como no pagar impuestos. La nobleza, formada por familias con títulos —es decir, reconocimientos oficiales como duques, condes o barones que indicaban su rango y posición en la sociedad— y por tierras heredadas, también tenía privilegios y estaba exenta de muchas cargas fiscales. En algunos casos, los nobles eran herederos de los antiguos señores feudales, quienes habían gobernado territorios y poblaciones desde la Edad Media.

El pueblo llano formaba la mayoría de la población e incluía campesinos, artesanos y comerciantes, quienes debían trabajar mucho y pagar impuestos, con pocas oportunidades de mejorar su situación. Dentro de este grupo comenzó a surgir la burguesía, compuesta por comerciantes, banqueros y profesionales que, aunque no tenían privilegios, acumulaban riqueza y empezaban a ganar influencia económica y social.

Esta organización social generaba grandes desigualdades: mientras unos pocos disfrutaban de privilegios y riqueza, la mayoría tenía que cumplir obligaciones pesadas y contaba con pocas libertades.


El lugar del rey en el absolutismo 


  El rey tenía un lugar central en las monarquías absolutistas como lo refleja la frase atribuida a Luis XIV, “yo soy el Estado”. La frase ha sido interpretada: el Estado le pertenece al rey. Pero en el siglo XVII, tan importante como ese significado era el inverso: el rey le pertenece al Estado. ¿Qué significaba esto? Que en el siglo xv, el único símbolo que identificaba al Estado y a su integridad era el rey. Por lo tanto, el rey no tenía vida privada: su nacimiento, su coronación, su casamiento, la concepción del heredero y su muerte, o actos cotidianos como dormir, despertarse, comer o bañarse, eran todos actos públicos de los cuales participaban miembros de la alta nobleza o de las jerarquías eclesiásticas, según roles perfectamente pautados de antemano. 


  El rey, además, simbolizaba y encarnaba todas las actividades del reino, desde la guerra hasta los oficios. Era el mejor guerrero, era padre, médico y hasta sacerdote. Como símbolo y encarnación de la sociedad y el Estado, los reyes absolutistas fueron figuras casi intocables. A diferencia de un rey medieval, a partir del siglo xvi, desde el más renombrado noble hasta el último de los plebeyos le debía igual respeto y obediencia al monarca, en tanto todos eran igualmente sus súbditos. 


Los ejércitos y el crecimiento de las monarquías 


  El poderío del rey se sostenía también con su ejército. Este le permitía al monarca imponerse en el escenario internacional y también consolidar su poder sobre los nobles de su propio reino. 


  Para lograr un ejército equipado se necesitaba dinero y, para conseguirlo, las monarquías pasaron a cobrar regularmente los impuestos que eran inicialmente de carácter excepcional. Este fue el caso de la talla en Francia, que se convirtió en uno de los principales impuestos internos del reino. Al crecer las necesidades impositivas, crecían también las burocracias (conjuntos de funcionarios)destinadas a recaudarlos. Algunos reyes vendieron el derecho a cobrar algunos impuestos a burgueses emprendedores a cambio de un pago único. En el siglo xvi, la estructura de ingresos y gastos de las monarquías era tan compleja que se crearon cargos especiales para administrarla. 


  Además de dinero, los ejércitos necesitaban soldados. De este modo, para organizar y equipar sus ejércitos, los reyes absolutistas comenzaron a exigirles a sus poblaciones el pago de más tributos y el aporte de hombres jóvenes. 

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ESPAÑA


Los Austria/Habsburgo


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FRANCIA 

Los Borbones


El absolutismo francés 


  A lo largo del siglo XVII Francia se fue convirtiendo en la principal potencia militar del continente europeo y en el gran faro del absolutismo. Gozó de una gran ventaja: durante un siglo solo dos reyes, de la dinastía Borbón, gobernaron el reino, Debido a esa situación se evitaron las revanchas aristocráticas que se producían durante la sucesión, en especial si el heredero era aún menor de edad y el reino debía ser gobernado por un regente.


 



La Fronda y Luis XIV 


Cuando Luis XIV era niño, su padre murió y el gobierno quedó en manos del cardenal Mazarino, persona de confianza del rey. Esto molestó a muchos nobles, que querían conservar sus privilegios y su poder frente al creciente control del rey y de Mazarino. Además, el aumento de impuestos generó descontento entre la nobleza.

Como resultado, se produjo una serie de revueltas conocidas como la Fronda, en la que los nobles se levantaron contra Mazarino y contra el gobierno del rey. Después de varios años de enfrentamientos, los nobles rebeldes fueron derrotados en 1652. Las fuerzas leales al rey lograron mantener el control gracias a su organización y a los conflictos internos entre los opositores.

Cuando Mazarino murió en 1661, Luis XIV ya era adulto y pudo gobernar por sí mismo. Gracias a la derrota de la Fronda, concentró todo el poder en sus manos y eliminó los privilegios de los nobles rebeldes. De esta manera, Luis XIV logró un reino muy centralizado, con toda la autoridad concentrada en el rey y con poca influencia de la nobleza.

  Con Luis XIV, el absolutismo llegó a su máximo apogeo. En esta estatua se representó a Luis XIV pisoteando a los nobles rebeldes durante la Fronda.


El Palacio de Versalles y la domesticación de la nobleza

El Palacio de Versalles es el símbolo del poder absoluto del rey. Se empezó a construir con Luis XIII, pero fue Luis XIV quien lo convirtió en el gran palacio que conocemos hoy. Está cerca de París y fue diseñado de manera que el lugar donde dormía el rey estuviera en el centro, mostrando que toda la sociedad giraba alrededor de él.

Versalles estaba lleno de lujos que impresionaban a todos: enormes salones decorados con oro, jardines cuidados, obras de arte y vestimentas elegantes. Todo esto mostraba la riqueza del rey y de la monarquía, y reforzaba su prestigio frente a los nobles y visitantes.

El palacio no era solo un lugar para mostrar riqueza. Allí estaba el gobierno, cada vez más complejo, y también el centro de la vida social y cultural. Vivir cerca del rey se volvió lo más importante para los nobles, por eso Versalles fue el lugar político, cultural y social más importante de Francia en la segunda mitad del siglo XVII. Solo después de la muerte de Luis XIV, París recuperó ese papel, aunque el palacio siguió siendo residencia real hasta la Revolución Francesa.

La vida en Versalles era muy activa, con bailes, recepciones, reuniones y obras de teatro. Incluso Luis XIV participaba a veces actuando como Apolo, el dios Sol. Cada actividad tenía un sentido político y enseñaba a los nobles a comportarse con elegancia y a relacionarse entre ellos siguiendo reglas estrictas.

De esta manera, el rey transformó a la nobleza: al concentrarla en Versalles, rodeada de lujos y obligaciones sociales, la alejaba de la guerra y del control de sus propios territorios. La antigua nobleza guerrera desapareció y fue reemplazada por una clase refinada, dependiente del favor del rey y con menos poder para actuar por su cuenta.









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INGLATERRA

Los Tudor


  A fines del siglo XV, en 1485, luego de una guerra civil entre nobles, llegó a la corona inglesa la dinastía Tudor. Esta dinastía coronó a Enrique VII, pero fue su sucesor, Enrique VIII, quien completó el proceso de centralización del poder


  Enrique VIII enfrentó al catolicismo y estableció una iglesia independiente, la anglicana, de la que fue líder. Al  morir Enrique sin dejar hijos varones, fue coronada su hija María Tudor. Pero su rápida muerte permitió el ascenso al trono de su media hermana, Isabel l. 


La Inglaterra isabelina 


  Isabel I siguió la política de su padre respecto de la centralización de la autoridad. Debido a que no contaba con una importante burocracia (funcionarios)  debió delegar la administración del territorio en manos de la pequeña nobleza y un sector de modernos terratenientes conocidos como la gentry. Este grupo se benefició con las tierras y fue para la monarquía inglesa un fuerte respaldo frente a la alta nobleza. Al permitir que los miembros de la gentry accedieran al Parlamento y el poder local en los distritos donde la alta nobleza poseía tierras, la Corona logró contrarrestar el poder de los nobles. 


  Su lucha contra el catolicismo la enfrentó a España. Esta política terminó modificando el lugar de Inglaterra en el concierto internacional, ya que, tras la victoria contra la Armada Invencible española, se convirtió en una nueva potencia mundial.

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La derrota del absolutismo


  Luego de la muerte de Isabel 1 Tudor, en 1603, sus sucesores Jacobo I y Carlos I, intentaron imponer el absolutismo en Inglaterra. Pero, a diferencia de lo que sucedía en Francia, en Inglaterra la sociedad civil era demasiado poderosa y autónoma del Estado como para que los reyes pudieran implantar su autoridad absoluta. Para hacerlo, debía enfrentar a la gentry, un grupo social que no solo disponía de riquezas que no dependían de la Corona, sino que además gozaba de un notable poder local, ya que ocupaba cargos de jueces de paz y autoridad religiosa. 


La guerra civil 


  En 1640 comenzo una guerra entre la realeza y el parlamento. Esta etapa de la guerra se extendió entre 1641 y 1646 y culminó con la victoria parlamentaria. Pero muy pronto el partido parlamentario fue a su vez desbordado por una multitud de rebeliones populares. La más peligrosa era la de pequeños y medianos campesinos que formaban el corazón del ejército parlamentario. Estos campesinos, genéricamente conocidos como puritanos detestaban a las jerarquías eclesiásticas sin importar que fueran anglicanas o católicas, y consideraban a su jefe, Oliver Cromwell, un enviado de Dios. Dueño de las armas, el ejército, liderado por los puritanos, sometió al Parlamento y declaró traidor a Carlos. En 1649, el rey fue condenado y decapitado. Cromwell impuso una República basada en principios puritanos: a la que dirigió con mano de hierro bajo el título de Lord Protector.


La república inglesa 


  Cromwell gobernó hasta su muerte, en 1658. Su gobierno se basó en el poder del ejército, al que primero depuró de sus líderes más rebeldes y mantuvo en una rígida disciplina. A su vez, acabó con los disturbios en Escocia e Irlanda. 

Luego de pacificar el territorio, se lanzó a la guerra naval contra los holandeses, a los que derrotó. Aunque los enfrentamientos siguieron luego de su muerte, ] Cromwell estableció las bases del inmenso poderío naval que caracterizaría al país hasta comienzos del siglo xx y que le permitiría conquistar un inmenso imperio | ultramarino. Al morir legó el cargo a su hijo, quien rápidamente fue desplazado. Entonces, Carlos Il Estuardo, hijo de Carlos |, ocupó el trono con el apoyo de una alianza entre la gentry y grupos monárquicos.


La Gloriosa Revolución 


  En 1685 llegó al trono Jacobo Il, quien intentó imponer un un régimen absoluto. La gentry no estaba dispuesta a aceptar este cambio, pero tampoco intentó tomar las armas contra el rey, por miedo a una nueva guerra civil. Entonces, decidieron ofrecerle el trono al gobernante de Holanda, Guillermo de Orange, que estaba casado con la hija de Jacobo . Guillermo se comprometió a respetar el Parlamento y la Declaración de Derechos, que era un nuevo pacto entre el rey y sus súbditos para garantizar los derechos de los ingleses. En 1688, el nuevo rey desembarcó en Inglaterra y Jacobo huyó a Francia. La revolución sin sangre, la Gloriosa Revolución, había triunfado


  El nuevo equilibrio de poder británico se basaba en el reconocimiento de tres autoridades: el rey, los lores y los comunes (integrada por la gentry y la burguesía comercial). A su vez, todos ellos debían gobernar de acuerdo con leyes que protegían a los gobernados de las posibles arbitrariedades(abusos) del poder. El Parlamento se consagró como la principal institución del reino, ya que además de aprobar las leyes elegía al primer ministro y el resto del gabinete. 


  El fracaso del absolutismo no quiere decir que el Estado británico fuera débil o menos desarrollado que el de Francia. Por el contrario, al resolver sus posibles enfrentamientos internos, el Estado británico se convirtió en un actor dinámico y poderoso. Gozó, además, de un enorme consenso entre la población y fue capaz no solo de gobernar Gran Bretaña (nombre del reino entre 1707 y 1801) sin grandes problemas, sino también de financiar y liderar la conquista de otros territorios, lo cual la convirtió en uno de los imperios más grandes de la historia de Occidente.




EL PARLAMENTO INGLÉS



Lores y comunes 



Desde la época de los Tudor, el parlamento inglés adoptó su estructura moderna. Está compuesto por la Cámara de los Lores y la de los Comunes. 


La Cámara de los Lores estaba integrada por los principales nobles y miembros de la Iglesia anglicana. En la de los Comunes encontraban representación las poderosas burguesías comerciales y la gentry rural.





lunes, 18 de septiembre de 2023

HUMANISMO Y RENACIMIENTO

El mundo de las ideas y la artes entre los siglos XIV y XVI: el Humanismo y el Renacimiento


El Humanismo 


En paralelo con todos los cambios políticos, sociales y económicos, desde mediados del siglo XIV comenzó a desarrollarse en Europa occidental, particularmente en las ciudades del norte de Italia y en Flandes(Bélgica), una nueva forma de pensar y entender a los seres humanos, distinta de la que tradicionalmente existía en la Edad Media. La visión religiosa que dominó a la sociedad feudal, que explicaba los fenómenos naturales y sociales a partir de la voluntad divina, fue desplazada por una que ponía al hombre en el centro de las preocupaciones, por lo que este movimiento fue conocido como Humanismo. Así, los pensadores humanistas reemplazaron una visión del mundo y del conocimiento teocéntrica (centrada en Dios) por una antropocéntrica (centrada en el hombre). Aunque no negaba la existencia de Dios, el humanismo le otorgaba al hombre un nuevo papel y sostenía la importancia de la razón, la observación y la experimentación como medios para aproximarse al conocimiento tanto de la naturaleza como de la sociedad. 


En la búsqueda de modelos de pensamiento crítico y reflexivo, los humanistas se inspiraron en la Antiguedad clásica, es decir, la grecolatina, por ejemplo, en Platón y Aristóteles (en filosofía), Hipócrates y Galeno (en medicina) y Euclides (en geometría). 


Asimismo, veían en las antiguas Grecia y Roma el momento de máximo esplendor de las artes, por lo que se dedicaron a la recuperación, el estudio, la traducción y el análisis de las obras de sus principales representantes. 


Sin embargo, esta recuperación no implicó que los humanistas criticaran a fondo la estructura de la Iglesia de su tiempo ni sus dogmas religiosos. De hecho, muchos humanistas eran miembros del clero que buscaban reconciliar el pensamiento de la Antigúedad con la tradición cristiana. 


1 - Desarrollá, brevemente, las principales características de la concepción Humanista. 

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Una nueva imagen del Universo 


Los humanistas buscaron comprender los fenómenos naturales a partir de la aplicación de una nueva metodología de conocimiento basada en la observación sistemática, la medición, el cálculo, la comparación y la experimentación. Esta metodología posibilitó el surgimiento de una visión del Universo que se contraponía a la teoría geocéntrica dominante en la Edad Media, que postulaba que todos los astros giraban alrededor de la Tierra.  


Oponiéndose a esta visión, el astrónomo de origen polaco Nicolás Copérnico elaboró en 1543 las bases de la teoría heliocéntrica, que sostenía que era el Sol el centro del Universo y era la Tierra la que se movía a su alrededor, al tiempo que giraba sobre su propio eje. Al principio, esta teoría recibió fuertes críticas de la Iglesia y no tuvo gran influencia, pero fue retomada y revisada por astrónomos posteriores como Galileo Galilei.

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Interés por el estudio del hombre y de la sociedad 


  Los humanistas se interesaron mucho por el conocimiento del cuerpo humano. Al igual que en la astronomía, la metodología basada en la observación y la experimentación permitió lograr grandes avances en el ámbito de la medicina. 


  Los pensadores humanistas se preocuparon también por analizar la sociedad de su época y las formas en que esta se organizaba políticamente. Nicolás Maquiavelo (un filósofo florentino que nació en 1469) sostuvo en su obra El Príncipe que los gobernantes no debían regirse por la moral o la ética, sino por la “razón del Estado”. Por su parte, el inglés Tomás Moro (1478-1535), en su libro Utopía, realizó una crítica a la sociedad de su época planteando los lineamientos de una sociedad ideal, situada en una isla ficticia llamada Utopía. Esta sociedad, según Moro, se caracterizaba por la tolerancia y el pluralismo religioso, así como por la inexistencia de la propiedad privada. Finalmente, el holandés Erasmo de Rotterdam (14691536) se encargó de criticar los prejuicios de muchos miembros de la Iglesia, y destacó la importancia de la libertad, la tolerancia y la capacidad de reflexión de los hombres. En su obra Elogio de la locura satirizaba las supersticiones y los prejuicios de sus contemporáneos. 


La difusión de las nuevas ideas


 La difusión de las nuevas concepciones de los humanistas en torno al hombre y al mundo se vio extraordinariamente facilitada por la invención de la imprenta de tipos móviles por Johannes Gutenberg, en 1450. En efecto, la imprenta permitía. reproducir una página de texto tantas veces como se quisiera, lo que favoreció y abarató la circulación de libros que, hasta entonces, eran elaborados manualmente por copistas. 


  Además, el desarrollo de numerosos escritos en lenguas locales (y no solo en latín) permitió que las nuevas ideas se expandieran por toda Europa. Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio, considerados precursores del humanismo, escribieron en lenguas vernáculas(locales).


  De todos modos, cabe destacar que estas nuevas ideas tuvieron recepción en un grupo reducido de la población europea, entre los que se contaban la nobleza y la alta burguesía. Los campesinos, artesanos y comerciantes no vieron sustancialmente transformada su manera tradicional de entender la naturaleza, el mundo y la sociedad.

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El Renacimiento


Durante los siglos XV y XVI, la nueva concepción del ser humano y de la naturaleza, también se manifestó en el ámbito de las artes, dando origen a una corriente artística que recibe el nombre de Renacimiento.

 

  Siguiendo las ideas humanistas, los artistas renacentistas consideraban que el período comprendido entre los siglos v y xv(Edad Media) había sido una etapa “oscura” , por eso debían recuperar los elementos artísticos más significativos de la Antigüedad clásica


  Actualmente los historiadores plantean que el Renacimiento, en realidad, constituyó la culminación de un proceso cultural iniciado en los siglos XI y XII vinculado con el resurgimiento urbano y la aparición de la burguesía. Por eso, este movimiento artístico tuvo su origen en las ciudades italianas donde había una burguesía exitosa, como Florencia. ¿Por qué? La burguesía realizaba actividades que la llevaban a cuestionar los principios predominantemente religiosos que regían a la sociedad feudal y a elaborar nuevas interpretaciones del mundo, más apegadas al conocimiento de la realidad terrenal. 


  Además, los burgueses enriquecidos por el comercio y las finanzas se convirtieron en mecenas, es decir, personas que protegían y financiaban a pintores, arquitectos y escultores. Encargaban obras de arte y construcciones para embellecer sus ciudades, demostrar su poderío e inmortalizar sus nombres como protectores de las artes. 


  Finalmente, el hecho de que en las ciudades italianas se conservaran restos del patrimonio artístico de la Antigüedad, como edificios y esculturas, facilitó la supervivencia de la estética y las técnicas clásicas. Asimismo, la proximidad con Oriente y los viajes realizados por los mercaderes italianos hacia Constantinopla mantuvieron el contacto con la civilización griega. 


  El Renacimiento no sólo se desarrolló en las ciudades italianas, sino que posteriormente se extendió a otras regiones de Europa, como los Países Bajos, Alemania, Francia, España e Inglaterra.


El arte del Renacimiento 


  Las obras de arte renacentista se destacaron por un mayor naturalismo y por el respeto de las proporciones de las figuras humanas, así como por la naturalidad de las escenas gracias a los gestos, las ropas y el volumen de los personajes. Los artistas renacentistas también hicieron hincapié en la representación de la naturaleza y la belleza de los paisajes. 


  En la arquitectura se produjo la recuperación de las formas clásicas tomando como modelo, por ejemplo, el Panteón o el Coliseo. Sin embargo, los arquitectos no se limitaron a una mera imitación de los antiguos, sino que también introdujeron el uso de la perspectiva en las construcciones. 


  En la pintura, una serie de nuevas técnicas permitieron lograr un mayor realismo. Por su parte, la escultura se dedicó, principalmente, a la representación de la figura humana, con un gran cuidado del estudio de la anatomía y la proporción de los cuerpos representados. 


Quattrocento y Cinquecento 


  El Renacimiento puede dividirse en dos etapas. Durante el siglo xv, en Florencia tuvo lugar el Quattrocento. Allí, los Médici, una poderosa familia de banqueros, se convirtieron en los mecenas de prestigiosos artistas como Botticelli y Donatello. 


  Durante esta etapa, los temas de las obras siguieron siendo predominantemente religiosos, aunque se produjo un cambio en la forma en que se representaban. Las figuras divinas tuvieron expresiones y rasgos realistas y se las rodeó de elementos de la naturaleza y la vida cotidiana. 


  A partir del siglo xvi, el centro de la innovación artística se trasladó hacia el Vaticano, en Roma. Durante el Cinquecento, los papas Julio ll y León X se convirtieron en mecenas de grandes artistas como Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarrotl. 


  En el Cinquecento se comenzaron a conjugar temas religiosos y no religiosos, al tiempo que se perfeccionaron el uso de la perspectiva y el conocimiento de la anatomía para la representación de los personajes.

LAS MONARQUÍAS ABSOLUTAS

  ABSOLUTISMO   El siglo XVII fue, por excelencia, el de las grandes monarquías. Durante ese tiempo, los monarcas(reyes) europeos afianza...